El reto más grande al que se enfrentaba la corona española, era encontrar a las personas idóneas para la realización de la labor Evangelizadora, debido a lo anterior, solicitó conocer a todos aquellos frailes que iban a ser enviados para saber si cumplían todos los requisitos, principalmente para conocer si su manera de vida y de vivir el Evangelio y así poder identificar si podían ser capaces de adaptarse a la misión Evangelizadora en la Nueva España.
A este llamado, la Orden Agustina respondió con un especial entusiasmo, ya que con esto podían dar una mejor preparación espiritual de los frailes que en su debido momento fueran enviados porque se pretendía una mayor perfección poniendo en práctica valores básicos de la Orden, que hasta el momento siguen vigentes y que más adelante se abordarán.
A pesar de la gran respuesta de los Agustinos, en el primer arribo a Nueva España, sólo fueron 8 los frailes Agustinos que llegaron al puerto de San Juan de Ulúa Veracruz, el día 22 de mayo de 1533 y después el 7 de junio del mismo año a la Ciudad de México.
No obstante que los frailes Agustinos llegaron nueve años después que los Franciscanos y siete años después que los Dominicos, también son considerados fundadores de la Iglesia Mexicana, ya que se encargaron de la conversión de los habitantes de tierras que todavía no habían sido tomados en cuenta por las órdenes que les antecedieron.
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